top of page

POR DIOS NIÑO

Pst,pst


Acércate niño
¿Quieres oírme?
Tengo algo que decirte...
Acércate
Despacito...
Es un secreto...
Si...así
Acércate un poquito mas...
¿Listo?
TE QUIERO
¿Lo oíste?
¿Por qué?
Por mil razones mi niño por mil razones.
¿Quieres oírlas?
Bien, siéntate
Cuando era pequeña como tu, miraba muchas veces al cielo.
Él generosamente, me ofrecía muchas, muchísimas estrellas.


No cabían dentro de mi. Con deleite que no imaginas las miraba una tras otra,
una y otra vez. Ellas me hacían guiños con su luz, daban pequeños salticos
acá y allá y me llamaban. Sólo yo en mi interior sentía su hermosa voz...,
largas horas jugábamos pero, no podía llamarlas, ellas venían y se iban
cuando querían.


Un día un adulto me enseñó que ellas tenían nombre, una se llamaba Osa
Mayor, la otra Estrella Polar y así, montones y montones de nombres que en
las noches oscuras yo pronunciaba sin obtener respuesta y ¿sabes qué?
Cuando aparecían de nuevo sonreían, sonreían porque sabían que yo no
conocía la manera de hacer que viniesen a mi. Esos eran los nombres que los
adultos les habían dado, pero ellas no querían esos nombres, querían no sé
qué querían.


De todas maneras jugábamos hasta el cansancio. Encanto que duraba hasta
cuando se oía un adulto que me decía: ven, es hora de acostarte. Mis estrellas
querían a los adultos, no voy a decirte que no, pero creo que a veces les
temían. Al oír su voz, permanecían quietas, en silencio. No mas guiños, no
mas saltos. Un nuevo misterio para mi. Bueno, creo ahora entender algo, mi
mamá pensaba que yo perdía el tiempo cuando jugaba con ellas. ¿Qué haces
ahí pegada a la ventana todo el tiempo? Ve a hacer algo diferente, ponte a
estudiar a coser o a dibujar, no seas tonta. Creo que mis estrellas alcanzaron a
oírla !Ellas no eran una tontería!


Un día me ocurrió algo terrible. Aún no iba yo al colegio, de manera que
pasaba todo el día esperando la llegada de la noche, junto a mi mamá. Ella
trabajaba preparando deliciosos manjares para las personas que así se lo
encargaban. Los pavos y los pollos eran exquisitos, según decían, de manera
que mi padre o hermanos mayores, salían durante el fin de semana, a comprar
aquellos que fuesen mas grandes y bonitos. Cuando llegaban con ellos a la
casa, mi madre decía: !qué precioso animal! hecho a la galantina -que no sé
ni qué era eso- va a quedar como para chuparse los dedos y !qué porte el de
esa gallina! ni hablar mijito, ni hablar. Muchas gracias.


No entendía yo, por qué si le parecían tan bellos aquellos animales, después
tomaba uno, le daba una copa de vino, le ponía un palo en el cuello y llorando
se paraba sobre él.


El animal quedaba quieto y después de un rato empezaban a quitarle sus
hermosas plumas y luego sus huesos y luego, después de meterlo al horno,
era una bella pero pequeña masa que todos disfrutaban.


Mi mamá era la dueña de aquel animal, de principio a fin. No conocía yo la
muerte y mi madre, a mis ojos, nada podía hacer que dañase a otros.


El día de mi tragedia jugaba yo en el jardín de mi casa, muy contenta como
siempre, esperaba el regreso de la noche para buscar mi compañía. De pronto
mi balón rodó hacia una esquina del jardín, chocándose contra las patas de
una pequeña jaula... un canario tenía allí mi mamá, a quien yo había visto
todas las mañanas, junto a su jaula, diciéndole: canta pajarito, !qué precioso
eres!, !qué porte tienes bello animalito!. Recordé en ese instante las palabras
de mi mamá y recordé también lo que ella hacía con los preciosos animales
que tienen porte. Me di cuenta de igual forma que su tamaño era ideal para
mi... el pavo para ella... el canario para mi. 


Subiéndome en un banquito alcancé la jaula, la bajé y me puse a jugar con el
canario. Total, no tenía copa de vino para darle. Lo metía en el agua...lo
sacaba...lo metía y lo sacaba. Pero él no quería bañarse. Tomé entonces su
columpio y traté de ponérselo al cuello, pero él no se dejaba. Forcejeamos un
rato hasta que el pájaro se quedó quieto con las paticas para arriba...También
el miraba mis estrellas.


En ese mismo momento llegó al patio la señora que me cuidaba cuando no
estaba mi mamá, seguida por tres de mis hermanos. No sé por qué en seguida
se dio cuenta de lo que había pasado y empezó a gritar: !Qué has hecho niña,
por Dios qué has hecho! a sus gritos acudieron mis hermanos quienes también
gritaban: mataste al pajarito, mataste al pajarito! !Asesina!


Aturdida veía entrar y salir gente del jardín. Todos me miraban espantados y
muchas cosas decían. ¿Por qué, por qué lo hiciste? Niña feroz, lo ahogaste y
luego le pegaste, niña enferma, desnaturalizada y no sé cuántas cosas mas.
Lo cierto es que me sentía muy mal, pero no entendía por qué toda esa
algarabía por algo que mi mamá hacía todos los días, que todos le admiraban
y ponderaban y mas aun le pagaban por hacer.


Cómo explicarles que yo tan sólo jugaba, que por un momento quería ser Dios
o madre y suspender por un rato la vida de aquel pequeño ser. No quería
comérmelo. Tan sólo soplaría después y el animalito volvería a vivir. Cómo
explicarles que yo también lo amaba, que ningún daño le habría causado. No
quería que muriese. !Por Dios juro que sólo quería jugar a ser adulto!


Acudir a mi ventana fue lo único que se me ocurrió hacer, ya no quería jugar,
quería llorar con mis estrellas... pero de paso para mi refugio, oí las palabras
de mi abuela que decía: no es normal lo que hace esa niña, no es normal,
pobre animalito.


Busqué afanosamente mis estrellas. Mas... no estaban allí. Era tanta mi
tristeza que deseosa de contarle a alguien mi pena, llamé personas. No sé a
quienes pero empecé: Juan Camilo, Catalina, Lucho, Santiago... por Dios,
necesito hablarles. Una a una empezaron a salir mis estrellas y por primera
vez, escuché su voz. ¿Qué te ocurre mi niña? -dijo la mayor de ellas- ¿por qué
estas triste? Entre sollozos y lagrimas empecé a hablar relatando el asesinato
que había cometido.


No te preocupes, me dijo, el canario se encuentra entre nosotros, cuidaremos
de él, no te afanes. Lucas lo hemos puesto, cuando quieras hablarle llámalo,
ya te ha perdonado. No tuviste la culpa por lo que ocurrió. Por ello tememos a
los adultos, no piensan siempre lo mismo. El pavo si, el canario no, con ira si,
sin ira no, para el inteligente si, para el mas tonto no, un día si, un día no.
!Tantas cosas vemos desde acá! ¿Y sabes que es lo peor? Que un día
estaremos allá, primero aprendiendo como niños, después actuando como
adultos.


¿Qué quieres decir?, le pregunté asombrada.


Somos, mejor dicho, seremos niños...Somos, mejor dicho, seremos tus hijos.
Hoy lloras mi niña, no me hagas llorar mañana. Te lo suplico.


Enséñame a amar el mundo con todo lo que hay en él. Enséñame a querer a
las personas, a los animales, a las cosas...a las estrellas. Pero por sobre todo,
ámame mucho. No un día si y otro no, se consecuente con lo que me
muestras, con lo que me enseñas. Demuéstrame siempre cuánto me
quieres...Dame calor...DAME VIDA.


Las mas pequeñas miraban y asentían. Su luz se hacía mas fuerte y su brillo
me cegaba. Poco a poco fueron desapareciendo esa noche...


Pero nunca dejé de verlas. Mientras fui niña en el cielo, hoy como adulto, junto
a mi, van y vienen por todas partes, corren, caminan, juegan y aun matan
canarios.


Cuatro de ellas permanecen a mi lado.
Por Dios, niño !Cuanto te quiero!


Por María Isabel González

bottom of page