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INTERVENCIÓN EN EL FORO

ORGANIZADO POR EL PERIÒDICO EL TIEMPO, SOBRE LOS EXÁMENES DE ADMISIÒN QUE LOS COLEGIOS PRIVADOS EXIGEN A LOS NIÑOS PARA INGRESAR AL PREESCOLAR.


Abril 17 de 1997


Por María Isabel González.


Antes de empezar, quiero presentar disculpas porque voy a referirme a hechos de mi niñez
que se relacionan con el tema que nos ocupa. En esa época ingresábamos al colegio entre
los cinco o seis años de edad y en realidad no existían grandes requisitos para la admisión
de los niños en el plantel elegido por los padres. Sin embargo, la educación, estaba basada
en la observación permanente del niño o de la niña que se desempeñaba como aprendiz. La
valoración o evaluación del aprendizaje, se realizaba en términos de contenido y había
sanción o castigo para quienes no cumplían las normas establecidas por las profesoras. En
muchas ocasiones me pararon en frente del grupo y fui públicamente descalificada por no
ajustarme a esas escalas. Este tipo de procedimientos implican que el valor del niño es
considerado directamente proporcional a su saber, medido de acuerdo con unos parámetros
que el adulto establece y que no necesariamente tienen que ver con la realidad de ese niño o
niña que está siendo valorado.


Lo cierto es que estos recuerdos marcaron mi vida de tal manera que cuando me encuentro
frente a un grupo no puedo evitar un sentimiento de temor y ansiedad, que en el fondo
representan el mismo miedo de la infancia, a no ser reconocida como ser humano por la
posibilidad de no llenar las expectativas de quienes me escuchan.


Explicado este antecedente, acudiré a la Psicología del Desarrollo, que estudia los procesos
de cambio psicológico que ocurren a lo largo de la vida de los humanos, y a la historia que
hay en ella, porque creo que a un niño o niña de tres años de edad, sólo se le podría
examinar, de acuerdo con sus procesos de desarrollo, crecimiento y experiencias vitales.


El tema de los niños no se estudió antes del siglo XVII, simplemente porque con
anterioridad a esa época, la niñez no existía como tal. Los niños eran considerados como
adultos más pequeños, más débiles y más brutos y bajo la égida de un tutor aprendían un
oficio. Cuando surgieron ideas religiosas y culturales que hicieron sentir a los hombres
menos predestinados y por lo tanto mas dueños de sus circunstancias, se generaron cambios
en sus formas de vida y se pensó en la niñez como un estadio diferente al del adulto.


Después, cuando, junto con otros cambios sociales, se estableció la educación básica
primaria obligatoria para todos los niños, se desarrolló el interés por el estudio de esta etapa
de la vida y la filosofía comenzó a ocuparse del tema. Algo similar ocurrió con la
adolescencia como periodo del desarrollo. Era absolutamente desconocida como tal hasta
este siglo y Apareció al igual que la niñez, con la obligatoriedad de la educación secundaria
que pospuso una vez más el ingreso al mundo del trabajo, en donde niños y adolescentes
competían con los adultos.


Durante dos siglos, el estudio de la infancia se movió entre dos corrientes filosóficas
opuestas, una que planteaba la herencia como lo más importante para un ser humano y la
otra que creía que el niño nacía sin nada, dispuesto para los aprendizajes que el medio
ambiente le diera.


La psicología evolutiva apareció como tal a mediados de este siglo. Y hoy, en nuestra
época, después de mucho estudiar y discutir, reconoce tanto el papel de la herencia como el
del aprendizaje pero agrega, la historia, la cultura y la interacción con los otros como
factores claves en la construcción del psiquismo. Como prueba de esto, los estudios
realizados sobre el desarrollo infantil, nos muestran que en sus primeros meses los niños
son muy parecidos unos a otros, no importa si nacen en África, Europa o América, en
Bogotá o Medellín (concepto canalización). A medida que van creciendo empiezan a
diferenciarse. Esto nos muestra el papel tan importante que cumple la cultura, encargada de
transmitir esas variaciones.


Dentro de este contexto, la educación juega un papel fundamental, porque permite al
individuo ir más allá del lugar en donde se encuentra, a donde no puede llegar por sí sólo o
trabajosamente lo haría. Se encarga de promover desarrollo a través del aprendizaje. Cada
cultura, en cada época, organiza de distinta manera sus procesos educativos y ofrece
diferentes experiencias a los niños, para su educación y desarrollo.


He tomado prestados estos aspectos básicos de la psicología evolutiva, para que nos
ayuden a explicar algunas cosas y a reflexionar sobre muchas otras, puesto que somos
representantes de nuestra cultura, agentes socializadores y, por esa razón, mediadores entre
ella y el niño que estamos educando.


Si tratamos de comprender con un sentido más amplio la historia de la niñez a la cual hice
referencia, observamos que cultura y sociedad se mueven interminablemente y producen
grandes cambios que determinan las etapas siguientes. Evolución similar a la de los seres
humanos. Todos, cultura, sociedad e individuo, tienen procesos dialécticos que se
interrelacionan. Los individuos hacen parte de las sociedades y la culturas y a través de ellas
se educan para mantenerlas o modificarlas.


Si nuestra cultura es en la actualidad el producto de teorías e ideas que los seres humanos
han sostenido con anterioridad y nuestra educación y pensamiento están determinadas por
ellas y por sus acciones consecuentes, vale la pena que nuestra reflexión se centre sobre lo
que nosotros tenemos en el presente y lo que estamos preparando para el futuro. Tal vez, no
necesitamos más que mirar a nuestro alrededor para encontrar el producto de nuestra
cultura : un colombiano inseguro de si mismo, producto de evaluaciones permanentes bajo
parámetros arbitrariamente establecidos y por lo tanto desconocidos, luchador infatigable
para la construcción de una imagen que se aleje de si mismo y se acerque a lo que se espera
de él, en muchas ocasiones preparado y capacitado pero aún así emocionalmente inmaduro,
tal vez es una prueba fundamental de que el conocimiento, por sí mismo, no garantiza la
madurez del individuo. Colombianos disminuidos en su capacidad de vincularse
afectivamente con los otros, porque los altos niveles de competencia requeridos para la
supervivencia, se los impiden. Colombianos agredidos, violentados en su infancia y
agresores y violentos en su adultez.


No creo que este panorama que podríamos ampliar a muchas características del colombiano
que todos conocemos y criticamos, se deba exclusivamente a la evaluación que hace el
colegio privado de los niños que van a ingresar al preescolar. Ellos son tan sólo un
engranaje en nuestra cultura y parte de la continuidad de sus actos en todos los órdenes y
momentos de la vida. Uno entre muchos que están desarrollando las mismas acciones y
produciendo los mismos acontecimientos. Lo único que han hecho ellos, es tal vez,
adelantar el inicio formal del periodo de evaluaciones al que nos vemos sometidos durante
toda la vida, con los mismos efectos devastadores para el psiquismo de nuestros individuos.
Estoy convencida del inmenso valor que tiene la introspección, esa capacidad para observar
interiormente nuestros propios actos y, es por eso, que como primera alternativa de solución
frente al problema, yo pido a todas las personas interesadas en este tema y preocupadas por
la educación y la infancia, que piensen seriamente en el momento actual. Valiéndonos de
esa introspección, podemos mirar en nuestro interior y evaluar la calidad de nuestras vidas,
desde la historia, la experiencia, los sentimientos, las realizaciones, deseos, expectativas, e
inclusive los conocimientos particulares y propios de cada cual, para definir si esto es lo
que deseamos continuar y refinar a través del tiempo. Pensar en la responsabilidad que le
cabe a cada uno, en el momento presente, en la construcción del hombre del futuro y por lo
tanto de las nuevas culturas. Recordando que según el concepto de educación, ambos,
hombre y cultura deben avanzar, para que podamos considerar que han sido educados
porque de lo contrario, no ha ocurrido nada en ellos.


El profesor Francisco Cobos, en su libro “El Abandono y la Agresión”, próximo a salir al
mercado, dice que, desde la teoría de los sistemas, quien desee operar cambios sociales,
debe salirse de su cultura y ser capaz de mirarla desde afuera. Comparto plenamente la idea
del doctor Cobos y los invito a ello, como una segunda herramienta muy valiosa, si
realmente estamos interesados en nuestro desarrollo.


El Plan Decenal de la Educación 1996-2005, inspirado en el informe de la Misión de
Ciencia, Educación y Desarrollo, es una propuesta para elevar la educación a la categoría de
política del estado, liberándola del margen reducido de un periodo de gobierno. En él se
reconoce, entre muchas otras cosas, que nuestro sistema está afectado por “serios problemas
de ineficiencia”, puesto que de 100 niños que inician el grado de primaria, 60 terminan el
quinto, 30 la educación básica y sólo siete lo hacen sin repetir el año. Las tasas de deserción
y repitencia son del 25.5% en los grados primero, sexto y séptimo. Entre los propósitos del
plan, se encuentra “garantizar la vigencia del derecho a la educación” y al considerarlo
como un derecho fundamental y un servicio público, de acuerdo con el artículo 67 de la
Constitución Nacional, establece que la educación es pública, no importa si se presta por el
Estado o por particulares, lo cual quiere decir que no se admite la existencia de educación
privada, sino instituciones educativas creadas y gestionadas por particulares.


Este Estado, que ahora se encuentra disociado entre grandes teorías y escasas prácticas,
debe trascender el nivel de las primeras y emprender acciones inmediatas y concretas que le
permitan asumir la educación de todos los niños colombianos, entre los 5 y los 15 años de
edad, como lo establece en el Plan. Es importante que se estudien las experiencias de los
países desarrollados que, al igual que nosotros establecen la educación como un derecho
fundamental.


Hechos como el que discutimos en este foro, se presentan porque los colegios privados,
siguen siendo privados y tienen que suplir las deficiencias del Estado en materia educativa,
cuando deberían ser solamente una opción para quienes deseen un tipo de educación
diferente para sus hijos. Ni mejor ni peor, sólo diferente. Además, porque los padres de
familia no tienen ninguna credibilidad en la educación que brindan las instituciones del
Estado y prefieren someterse a todas las pruebas que se les imponen tanto a ellos como a
sus niños, haciendo en muchas ocasiones, grandes esfuerzos económicos, para garantizar,
primero el preescolar, luego un colegio y después una universidad privadas.


Si la educación es estatal y fuera realmente cierto que todos los niños tienen derecho a ella,
los colegios no tendrían razón para escoger a los alumnos, ellos deberían ir al colegio que
por zona les corresponde, de acuerdo con su vivienda. Esta es la experiencia de casi todos
los países con índices importantes de desarrollo. Esto sin duda requiere de la asignación de
recursos económicos suficientes para los colegios públicos por parte del gobierno.


Las universidades deben “formar” maestros para los colegios públicos y privados. La
formación va mucho más allá de la capacitación que representa la acumulación de
información o conocimientos y significa el desarrollo de una capacidad creativa que le
permita entender el mundo de los niños y manejar la llave para entrar a él y educarlo y no al
contrario, como se hace a través de las evaluaciones, obligar al niño a fingir que se adapta al
mundo caótico de los adultos o a tratar infructuosamente de hacerlo.


Todos los colegios en nuestro sistema, son víctimas al igual que los niños, de evaluaciones
incompletas y arbitrarias, que producen en ellos el mismo efecto que en el niño de temor e
inseguridad y promueven idénticos antivalores de competencia malsana. Si en su calidad de
agentes educadores, más capacitados para hacerlo, logran salir de su cultura y mirarla desde
afuera, pueden solicitar para ellos una evaluación que comprenda la calidad de la formación
integral del niño colombiano, con un producto de hombre diferente, y no el almacenamiento
de conocimientos como se realiza hoy, con las consecuencias devastadoras que hemos visto
para el individuo, las instituciones y la sociedad.


A manera de anécdota, respecto a este punto, quiero contarles que pedí información en
algunos colegios privados, para saber cuántos niños se presentan a las evaluaciones y
cuántos son admitidos. También quise saber cuál es la cobertura que tienen los colegios
privados en la educación primaria, es decir, de qué manera cubren las obligaciones del
estado. Como lo supondrán, las psicólogas debían consultarlo con los rectores y total, la
información no se me dio. El colegio tampoco se siente seguro de mostrarse como es y se
cuida para no ser socialmente descalificado. También ellos quieren pasar las pruebas. 


Sabemos que los colegios privados tienen diferentes orientaciones dadas por su naturaleza y
su filosofía y tienen derecho a ello, dentro de ciertas normas que debe fijar el estado. Es
importante que las personas sepan cuál es esa orientación para considerar si desean que sus
hijos sean educados bajo esos parámetros. En este caso, padres y colegio, se entrevistan y
seleccionan mutuamente, pero es un asunto entre adultos que nada tiene que ver con el niño
por quien ellos están decidiendo en su calidad de menor.


Los padres de familia deben “buscar colegios” para sus hijos y no “fabricar hijos para los
colegios”. La individualidad del niño debe ser respetada con la consideración de que todos
los colegios no son para todos los niños y que todos estos siguen procesos de desarrollo
diferentes que el maestro formado debe conocer para que realmente pueda contribuir, junto
con otros sistemas de relación significativos, como los padres, parientes y amigos, a la
educación del niño. Una evaluación del desarrollo puede ser útil, si se realiza no como un
método de selección, sino como una herramienta que permita al maestro conocer el
momento del niño, comparar a ese mismo niño en otro momento de su historia y ayudarle
en el avance que plantea la educación, por medio de la estimulación adecuada. Todos
aquellos que de una u otra manera estamos dedicados a la educación de los niños, tenemos
la obligación de trabajar para ellos con gusto y dedicación, de no ser así, es porque tal vez
otra profesión y otro sistema nos esperan.


Siento que hasta este momento, se han planteado alternativas para todos, menos para los
niños, sujetos de la evaluación que estudiamos. Existe una sencilla razón para eso,
considero que la única obligación que ellos tienen en todo esto, consiste en crecer, en el
sentido más amplio del término y gozar de la felicidad y de la salud, que existen cuando su
cultura y todos los niveles de la sociedad a la cual pertenecen, se preocupan por
proporcionarles una vida con calidad.

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