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HOMENAJE A LA MUJER COLOMBIANA DESPLAZADA

Me siento muy complacida de estar hoy aquí y mas aún por el motivo que nos reúne:
rendir un homenaje a la mujer desplazada. El desplazamiento es una condición de
muchos en un momento dado de sus vidas, pero es a la mujer, a aquella que no deja de
amar, de proteger, de nutrir, de educar.... a quien saludamos hoy.


El propósito es contarles sobre una experiencia que tuve durante los años 1999 y 2000.
El Programa de Reinserción de la Presidencia de la República, se encarga de ayudar a
todos aquellos que siendo actores directos del conflicto armado en Colombia, desean
reintegrarse a la vida civil: guerrilleros, paramilitares, milicianos de grupos urbanos,
etc., y en esta medida se relaciona con ellos, con sus parejas (mujeres en su gran
mayoría) y con sus hijos (jóvenes adolescentes, niños y niñas). Para estos últimos se
concibió el programa “Los niños cuentan en la paz”, que comprende una gran cantidad
de actividades, como una red de niños y niñas que se relacionan y discuten diversos
temas a través de internet, semilleros de paz, etc.


En 1999 y como parte de este programa, se pensó en consultar la opinión de los niños
sobre el medio que los rodea, sobre su gente, sobre su condición, sobre su país. Para
lograrlo se realizaron cerca de 30 talleres, conducidos por artistas de teatro, música y
títeres que realizaban actividades lúdicas dirigidas a estimular la creatividad de los
niños, plasmada después por ellos, en dibujos o narraciones como las que vemos hoy
aquí. Más de dos mil niños de todo el país hicieron parte de estos talleres y recogimos
mas de cuatro mil folios que contienen su expresión.


Son muchos los hallazgos de este estudio, de hecho, a finales de este mes se presenta en
Colombia un libro que contiene algunos de ellos. Sin embargo, hoy quiero solamente,
hacerlos participes de algunas reflexiones que me he hecho al respecto, acudiendo antes
que a mi condición de profesional experta en niños, a mi condición de mujer y madre:


La guerra es una enfermedad en la vida de los seres humanos y como tal debe ser
combatida. Ella distorsiona las realidades de los seres humanos, en su nombre se
desplazan unos, hombres, mujeres y niños y se asesinan otros, también hombres,
mujeres y niños. En la guerra se impone el silencio, algo totalmente anormal, para un
ser humano cargado de potencial para comunicar. Se desplazan también los
sentimientos, se guardan, se amarran, se niegan. Toda la capacidad de respuesta se
concentra en la defensa y el mundo se torna vacío de búsqueda, de curiosidad, de
excitación. Pareciera existir solo miedo.


Yeimi Tatiana de Neiva dice “ .... todos se sintieron que iban a tropezar con algo y todos
nerviosos sintieron mucho miedo por dentro y de ese miedo quedó un bacio tan pero tan
tremendo que cuando les destaparon los hojos se pusieron muy bravos.... ”


Esta es la primera impresión en este trabajo con los niños. Se palpa el miedo, se enfrenta
el silencio, sorprende la agresión, se agranda la desesperanza, nos duele la carencia, la
injusticia que reina en sus vidas. Pero en su trabajos encontramos también otras cosas,
otras cosas que sin duda nos animan a seguir: figuras femeninas, dispuestas a dar la
última “batalla” por sus hijos, figuras masculinas que buscan afanosamente, un lugar, no
condicionado por la guerra en la vida de estas mujeres. Encontramos sueños de un
mundo mejor, encontramos también crítica, ironía, sentido del humor, capacidad para
reír. Todo esto apenas se vislumbra, como la semilla que apenas germina. La llamamos
técnicamente resiliencia y sabemos que actúa como los anticuerpos frente a la
enfermedad.


Yeimi Tatiana termina así: “al rato se pusieron a ver y se contentaron”
Tenemos razones para seguir trabajando por la salud y la educación de los pueblos. Y
yo invito hoy muy especialmente a los hombres, para que como genero, aporten su
visión y su trabajo en estas dos áreas, pobladas de mujeres. Les aseguro que “es
rentable”


Marzo 8 de 2002

Por María Isabel González

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