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Alejo, El Ángel del Buen Trato

Dios escucha a todos aquellos que oran y se encuentra preocupado porque con frecuencia las personas sufren a causa de otras, le reclaman preguntándole por qué permite su dolor y no les ayuda.
Por esta razón, Dios decidió mandar a la tierra a un ángel muy hermoso llamado por todos en el cielo Alejo, el Ángel del Buen Trato. Su nombre se debe a que tiene poder para penetrar dentro de los seres humanos y permitirles los lindos sentimientos que llegan cuando se brinda afecto y un trato especial a los demás.


Es muy fácil saber cuándo Alejo entra en nosotros. Estos son algunos de los indicios que lo delatan:


1. Si miramos a la cara de los otros, ubicamos sus ojos con los nuestros y sentimos un gran deleite que se irradia desde el pecho hacia todo nuestro cuerpo.


2. Si los brazos se abren en cruz con gran amplitud para luego cerrarse con suavidad cubriendo el cuerpo del otro con un fuerte abrazo.


3. Si la mano se extiende para cobijar o sostener otra mano que demanda su abrigo o apoyo.


4. Si las sonrisas brotan sin esfuerzo desde el fondo del alma y generosamente se regalan.


5. Si nuestra boca se calla y los oídos se abren deseosos de escuchar al otro.


6. Si nuestro corazón se baña y se recrea en los aciertos grandes y pequeños.


7. Si ante la presencia del otro brotan de nuestra garganta sencillas y lindas palabras que como el agua riegan para hacer crecer nobles sentimientos.


8. Si aceptamos al otro en el empaque en que viene, porque él es el resultado de la voluntad de un artista que admiramos.


9. Si sientes un amor muy grande por ti.


10. Si amas y respetas la vida en cualquier lugar en donde ella brote.


Existen muchas otras formas de reconocer a Alejo, el Ángel del Buen Trato, pero es seguro que está con nosotros y ha decidido permanecer ahí por tiempo indefinido, cuando de todo el cuerpo brotan agradables y bellos sentimientos que nacen de igual manera y con tanto caudal, en quien da y en quien recibe. Porque la gracia de Alejo, en este momento no son dos, sino uno el amor que el universo llena y a través del cual se expresa la inmensa presencia del bondadoso Dios que todas las oraciones escucha.

María Isabel González

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