CONGRESO DEL COLEGIO COLOMBIANO DE PSICOLOGOS
PSICOLOGÍA Y SOCIEDAD
Desafíos Contemporáneos
AVANCES Y PERSPECTIVAS EN LA PSICOLOGÍA CLÍNICA
LA INTERVENCIÓN SISTÉMICA
María Isabel González
Diana del Rocío Murillo
Nos han invitado a hablar de cuál es la perspectiva de la intervención sistémica en
el contexto latinoamericano y no podemos hacerlo sin reconocer la evolución que
ha tenido el modelo en el mundo y en particular en nuestro continente. Entonces
comenzaremos con una breve reseña sobre su desarrollo. Posteriormente,
veremos cómo se ha desarrollado en Latinoamérica y por último comprenderemos
las preguntas actuales en torno a epistemología, conceptos, campos de aplicación
y formación clínica.
Comienza de forma paralela en entornos psicoanalíticos y conductistas dentro de
un contexto humanista que se pregunta por el origen de la enfermedad mental y
su relación con las características familiares del paciente. Ante las limitaciones
que los estilos terapéuticos mostraban frente al manejo de la esquizofrenia y otros
trastornos severos, surge la necesidad de una mirada holística de los fenómenos.
Entonces, los terapeutas e investigadores acogen los principios de la novedosa
teoría general de sistemas y los aplican a sus modelos teóricos y experiencias
previas, sin un nombre que fuera común.
En este momento histórico, varias disciplinas como la biología, la física, la
cibernética, las ciencias computacionales y la antropología, convergen en una
nueva comprensión en torno a los síntomas y surgen teorías sobre la
comunicación y las relaciones interpersonales. Entonces se entiende que aquellos
manifiestan la organización relacional del grupo familiar y por tanto le pertenecen a
la familia.
Para llegar a esta conclusión, la teoría general de sistemas aporta
fundamentalmente, los principios que sientan la base teórica para comprender
cómo los miembros de las familias interactúan entre sí. Las distintas interacciones
dan matices para formar distintos tipos de familia y en algunos de ellos aparecen
síntomas que encuentran vía de expresión a través de alguno de sus miembros.
Por tanto, el psicólogo clínico focaliza las pautas de interacción que conectan a las
personas en torno al síntoma.
Esto hace necesaria la participación de la familia para cualquier tipo de
intervención clínica, libera al miembro sintomático de la condena de ser un
enfermo y permite pensar que lo llamado patológico puede transformase en grupo,
ya que fue creado en grupo.
Ya para la década de los setenta, se describe la organización del sistema familiar
autorregulado basándose en principios como causalidad circular,
retroalimentación, equifinalidad, equicausalidad y totalidad entre otros. Con tales
conceptos, se introduce en el ejercicio clínico, un nuevo lenguaje científico que en
ese momento se utilizaba para comprender organismos vivos, organizaciones
sociales, máquinas y sistemas humanos.
Con Bateson se introducen las teorías matemáticas sobre la comunicación y surge
la primera cibernética. Entonces, el psicólogo sistémico clínico se ocupaba de
describir la forma en que la comunicación de los miembros del sistema
configuraba pautas de interacción sintomáticas y de romperlas a través de nuevos
estilos comunicacionales.
Todo este movimiento sistémico se fue presentando simultáneamente en Estados
Unidos y en Italia gracias a pioneros como Paul Watzlawick, Don Jackson, Virginia
Satir, Boszormenyi – Nagy, Jay Haley, Withaker, Ackerman, Weackland, Salvador
Minuchin, Framo, Murray Bowen y Mara Selvini Palazzoli.
Posteriormente, se considera que el terapeuta está incluido dentro del sistema en
interacción y llaman la atención sobre el impacto que tiene el estilo del clínico
sobre el proceso terapéutico. Esta forma organizada de entender el síntoma, la
familia y el rol del terapeuta hace que, la que hasta este momento era una teoría
se perfile como un modelo integrador de terapia relacional.
De estos pioneros podemos recoger aportes específicos y significativos que aún
guían nuestro quehacer. Entre éstos están la teoría del doble vínculo planteada
por Bateson, y sus colaboradores.
Del psicoanálisis se reconoce la importancia de la historia familiar como medio
vinculante en la construcción de relaciones continuas y significativas. Así la familia
se configura como un grupo con historia que se caracteriza por vínculos
significativos que se devanan en el tiempo.
Haley, por ejemplo, nos ofreció un modelo descriptivo de las relaciones triádicas,
privilegia el problema individual aquí y ahora, confía en la capacidad de la familia y
en sus recursos, y por esto concede el protagonismo a la familia e invita al
terapeuta a renunciar al mismo.
Minuchin nos deja la pertinencia de la claridad en la estructura y la organización
de la familia para funcionar ante las demandas de la vida.
Watzlavick nos aporta conceptos claros sobre el proceso de la comunicación y sus
matices de acuerdo con el contexto en el que se produce, teniendo en cuenta para
su análisis, los diferentes órdenes lógicos que se presentan.
El grupo de Milán por su parte, señala la importancia de la identidad de la familia,
de su sistema de valores y creencias y de cómo se expresan a través de los mitos
y del uso de metáforas familiares.
La teoría sistémica hasta el momento, permite a la psicología orientarse a un
modelo renovado de hombre que pone en discusión la visión monádica de un
individuo en su problema y pone la visión de un ser social cuyo comportamiento
está en función del sistema de relaciones en que está insertado. Se subraya el
aspecto comunicativo de cada evento y acción, lo que genera una nueva
comprensión del comportamiento sintomático: el síntoma comunica un conflicto
entre continuidad y cambio, vínculos de pertenencia y necesidad de individuación
y evolución.
La amplia producción intelectual teórica y práctica, tal vez burdamente resumida
hasta ahora, queda como un recurso para ser recreado por las nuevas
generaciones de terapeutas. Lo que implica un llamado a la creatividad, la ética y
la responsabilidad social. De esta manera las nuevas generaciones han retomado
los elementos para proponer nuevas preguntas de conocimiento, alternativas de
intervención terapéutica y para la formación de nuevos terapeutas.
Pasemos ahora a ver cómo se ha desarrollado esta teoría en algunos países
latinoamericanos. Para esta contextualización hemos tomado datos
representativos de Argentina, Brasil, Chile, México y Colombia con el riesgo y sin
la intención, de dejar por fuera algunos aportes significativos. Al revisar la literatura
al respecto, notamos que los avances de la terapia sistémica relacional estuvieron
orientados a la evolución epistemológica, la elaboración conceptual, la diversidad
de focos de intervención y la formación de terapeutas. Así que, haremos
referencia al tema, teniendo en cuenta estas categorías.
En la década de los 80, las preguntas epistemológicas generaban reflexiones en
torno a las relaciones existentes entre disciplinas que, hasta el momento, se
consideraban disyuntivas. Entonces, el diálogo entre teorías científicas y
filosóficas permite comprender que los límites entre un conocimiento y otro,
muchas veces son difusos y que así cómo ocurre en las relaciones
interpersonales, en los campos de conocimiento también se establecen relaciones
de afectación mutua.
Además, está la preocupación por construir lecturas circulares sobre fenómenos
que antes se veían de causalidad lineal. Por esta razón, se piensa primero que
preguntar el por qué de un fenómeno es caer necesariamente en la linealidad,
hasta aclarar que la causalidad lineal hace parte de la circular y que ésta se
configura en la medida en que el observador organiza hechos causales de forma
retroactiva y cíclica.
A principios de la década de los noventa, surgen preguntas sobre el contexto en el
cual se desarrolla un síntoma mental y su proceso psicoterapéutico. Se involucran
en la comprensión del trastorno mental contextos más amplios como el sistema de
salud, la sociedad y el contexto jurídico entre otros.
La necesidad de pensar en sistemas relacionales y de conocimiento amplios, fue
de la mano con el paso de hablar de un modelo terapéutico a hablar de un
paradigma contextual.
También la cibernética y sus reflexiones acerca del observador y lo observado,
gira la atención hacia los niveles de observación, los niveles de comprensión y los
sistemas observantes. Fenómeno que tiene impacto en la forma de hacer
investigación pues se comienzan a diferenciar las investigaciones de primer orden
de las de segundo orden.
Finalmente, el pensamiento complejo, amplía y enriquece la posibilidad
comprensiva, concibiendo investigaciones con múltiples campos de conocimiento,
niveles de observación y contextos ligados entre sí.
En cuanto a la evolución conceptual, se comienza por delimitar y describir qué es
y cómo es la familia en los países latinoamericanos, igualmente se hace con la
pareja. Se pretende identificar los fenómenos familiares que pueden ser descritos
de forma similar a lo que ocurre en Estados Unidos y Europa utilizando los
principios sistémicos.
La diversidad en los focos de intervención ofrece una gama amplia en el
tratamiento de la patología mental y en los diversos contextos tratantes. Se
abordan patologías severas como la psicosis y otros problemas que toman
existencia o importancia con los nuevos estilos de vida, familia y sociedad en
América Latina. Entre estos están el abuso sexual, vida y separación matrimonial,
duelos, violencia intrafamiliar, embarazo en adolescentes, mediación familiar,
redes sociales, estrés, conductas de riesgo, rendimiento escolar, clima emocional,
trastornos psicosomáticos, trastornos de infancia y adolescencia, y otros
trastornos específicos. Se extiende así mismo a nuevos contextos y se brinda
asesoría sistémica en el campo educativo y empresarial y se analizan modelos de
desarrollo económico y social, en América Latina, bajo la misma óptica.
Si bien en sus comienzos, la terapia sistémica sustentada en teorías sistémicas,
como lo hemos venido expresando, se orienta fundamentalmente a la familia, en la
actualidad deriva hacia la existencia de una Psicología relacional que se desarrolla
en todos los ámbitos de la vida humana y que dentro del contexto clínico permite
la intervención terapéutica con individuos particulares que analizan con su
terapeuta todo su sistema de relaciones. La intervención retoma los aportes de los
pioneros y se enriquece explorando también, la forma en que las personas
construyen su cosmovisión y se ubican en el mundo de acuerdo con la manera en
que narran su vida.
Una vez reconocida la historia del modelo podemos vislumbrar la perspectiva de la
intervención sistémica en el contexto latinoamericano. Consideramos pertinente
diferenciar que la labor se extiende por focos, ambientes y niveles que se
traslapan entre sí.
El mundo de hoy no es sin duda, el mundo de los 60, 70 u 80. Posiblemente los
últimos sesenta años se caracterizan por grandes cambios y nuevos desarrollos
que determinan y establecen nuevos sistemas de relaciones. La globalización, los
avances en la tecnología, el cambio en los sistemas políticos, sociales y
económicos, el incremento de la población a nivel mundial, las alianzas y
competencias entre las grandes potencias, también sus diferencias y la influencia
que esto tiene en países o sectores menos desarrollados, entre los cuales nos
encontramos.
Todo esto influye y determina en los niveles locales, organizaciones políticas,
sectores económicos y de servicios, con legislaciones particulares que tratan de
adecuarse a todo lo establecido y obviamente afectan los sistemas científicos, de
salud, educación, familia e individuo. Veamos de qué manera.
En la investigación, las preguntas epistemológicas actuales vemos que giran en
torno a saber cómo usar la cibernética de segundo y tercer orden para ampliar las
miradas de lo psicológico de forma que se pueda diversificar, categorizar y
relacionar fenómenos, saberes, niveles y contextos de forma sistémica
respondiendo tanto al rigor científico como a la flexibilidad de la vida, con
responsabilidad personal, social y política.
Responder a esto implica el reto de coordinar espacios de conocimiento que
permitan diseñar momentos con sistemas observantes en los que se coordinen
observadores de primer, segundo y tercer orden, cuyos marcos de referencia
acerca de lo psicológico involucren varias disciplinas y saberes. Tales encuentros
podrán arrojar resultados concretos gracias a protocolos de investigación que den
cuenta de los diseños metodológicos aplicados y las implicaciones ligadas a los
principios de ética, estética, política y pragmática.
Por supuesto que está sobre el tapete la invitación a concebir los procesos
psicológicos individuales, reconociendo al individuo como integrante de la familia y
a su vez de otros grupos o sistemas sociales, regulados por sistemas jurídicos,
económicos y políticos. Esto nos permite mirar también en doble vía, la influencia
que los sistemas más generales tienen sobre los grupos sociales, estos sobre la
familia y finalmente, sobre el individuo.
En el sector de la salud, dónde se manifiestan las dinámicas económicas y
sociales, surge la siguiente pregunta: ¿cómo ajustar el proceso terapéutico en un
sistema obligatorio de salud controlado que exige mayor cobertura con menores
costos?
Cada vez son menos los clientes que pagan consulta particular mientras que
aumenta el número de clientes que llegan al Servicio Social Obligatorio y de
clientes que no pueden acceder al servicio. Esto determina una alta calidad del
servicio que presta el sector privado a una minoría en contraste con la pésima
atención que se brinda en el sector público a una amplia mayoría.
La mayor parte de las personas que acuden al servicio público, asisten en
momentos críticos porque no tienen un trabajo preventivo o son autorizados para
acceder al servicio en momentos tardíos, muchas veces después de recibir
medicación psiquiátrica, incluso por médicos generales ya que todo esto
disminuye costos.
Teniendo en cuenta que la psicoterapia efectiva depende de un diagnóstico
específico, de la realización de planes terapéuticos que implican casi siempre un
cambio en el estilo de vida del consultante y parte de su entorno, se encuentra un
contraste fuerte con el sistema de salud que exige terapias para remover
síntomas.
La asistencia sanitaria controlada acrecienta el número de profesionales que
acuden a tratamientos breves y puntuales en lugar de utilizar programas de
prevención o cambios lentos y progresivos. Por otra parte, obliga a disminuir
notablemente el tiempo de atención por paciente y a la elaboración de planes e
informes que se presentan a los prestadores de salud que de acuerdo con ellos,
autorizan o niegan tratamientos sin un criterio profesional que diferencie por
ejemplo, un momento crítico de la vida de un trastorno mental severo.
Cuando los síntomas persisten, la tendencia es prescribir medicinas y aunque se
ha visto que para varios desórdenes emocionales, los fármacos son coadyuvantes
útiles, se desconoce que las intervenciones psicológicas sistémicas muestran
mayor ventaja económica y de cobertura y por tanto, son menos utilizadas.
Este modelo quita responsabilidad y poder para el tratamiento y va en contra de
los parámetros de la terapia familiar sistémica que invitaba al beneficio de la
familia y a la revisión de la labor del terapeuta. También, en la medida en que los
protocolos de investigación ganan adeptos para tratamientos de primera elección y
para la estandarización de los pacientes, se limita la creatividad del profesional y
su habilidad para armonizarse con la idiosincrasia de la familia.
La tarea que se nos presenta ante este panorama, se orienta a divulgar y
demostrar que las intervenciones psicosociales son menos costosas y al mismo
tiempo beneficiosas; a posicionarnos en cargos consultivos para movilizar los
amplios sistemas económicos y políticos de modo que puedan generar una mejor
distribución de los recursos a nivel familiar y social. Además, lograr diálogos entre
los que suministran, los que reciben y los que pagan por el servicio para diseñar
estrategias de ayuda dirigidas a los grupos y familias en tratamiento. Todo esto no
implica dejar a un lado la atención individual y el servicio particular ajustándolo a
las nuevas exigencias.
En el trabajo con la familia como grupo, en América Latina enfrentamos
fenómenos que aún nos desbordan y que por lo tanto representan llamados a la
creatividad para su abordaje. Entre estos se encuentran el desplazamiento
forzado, la pobreza, la migración, el multiculturalismo, las dictaduras y la violencia
política con víctimas de las guerras implícitas y explícitas.
Al interior de la familia, se observan crisis asociadas con el cambio de roles que
polariza a los géneros y con la búsqueda de una autonomía entronizada. Esto trae
consigo un discurso colectivo que se vive y actúa sobre la necesidad de
protegerse y liberarse del género opuesto, encontrando dificultades para construir
puentes de encuentro. Los antiguos parámetros para construir pareja y familia son
distintos a los de hoy y actuamos los discursos vetustos en unas condiciones
históricas y socioeconómicas en las que quedan descontextualizados. Además, la
nueva economía exige que los dos conyugues trabajen en horarios más amplios,
que cada miembro de la pareja y de la familia compartan con aparatos
electrónicos más que con humanos y se crean problemas de convivencia y
crianza. Así que estamos encontrando muchos hombres y mujeres en solitario con
deseos de compañía sin saber cómo armonizarse mutuamente.
Las políticas basadas en consideraciones antiguas sobre los roles y que no tienen
en cuenta los cambios que se han dado en la familia y los individuos con su
género, fomentan programas de atención a la mujer en tanto sea dadora de vida y
atienda a sus hijos y su pareja pues se piensa que es ella la que garantiza la
educación, la nutrición y la estabilidad del hogar, mientras que al hombre se le
protege como productor y reproductor. Así que, la mujer por sí misma, como
mujer, no recibe atención y lo mismo pasa con los hombres que ahora asumen rol
paterno o protector y desean ser más compañeros. Ante estas dinámicas, el
hombre y la mujer no saben cómo y dónde encontrar alternativas, ni siquiera las
ven posibles.
Entonces, se requiere que el interventor sistémico relacional, ayude a constituir
redes de trabajo social inter y transdisciplinario en las que se comprenda con
flexibilidad que la familia nuclear está pasando a ser un rezago del pasado y que
ésta ahora expresa formas y culturas más variadas que en la época de los
pioneros.
Es indispensable asumir la postura de ignorancia para estar dispuestos a aprender
de la mutiplicidad cultural y de cómo allí se puede cimentar la identidad individual,
de género, familia y sociedad. Por tanto, reconocer que la familia se relaciona con
sistemas de trabajo, vecindad, salud, parentela, religiosidad y justicia entre otros,
nos puede ayudar a crear nuevas estrategias de tratamiento o a desempeñarnos
como administradores de casos que comunican miembros y recursos de diferentes
sistemas. Aunque esto pueda ser difícil con sistemas que no comprenden
sistémicamente, vale la pena intentarlo para peregrinar tanto en los contextos
sociales más marginados como en los pudientes.
El contexto educativo, es un ejemplo maravilloso del holograma que muestra cómo
lo macro se refleja en lo micro. Allí se reproducen los fenómenos sociales de
exclusión, la carencia de sentido de vida, crisis de identidad y valores, violencia y
dificultad para la convivencia en general con gran incapacidad para trascender de
la moral a la ética.
Con la particularidad de que quienes dirigen y enseñan en las entidades
educativas se encuentran triangulados entre las exigencias económicas y
académicas y a la vez la mayoría de ellos sufren fenómenos como la exclusión, el
subempleo, la subvaloración de su trabajo y los dilemas de su propia familia entre
otros.
El interventor sistémico puede buscar metodologías para acercar el discurso de
las instituciones educativas a la acción de los actores. Significa tejer redes y
puntos de encuentro entre todos los grupos que conforman la comunidad
educativa y con los sistemas externos, cambiando las escaladas simétricas por
relaciones más complementarias sin afán de protagonismo por ninguna de las
partes.
Reconocer las acciones con las que se transmiten los valores para buscar
congruencia entre el acto y el discurso acerca de términos como familia,
tolerancia, respeto, amor, comprensión, dignidad, paz, etcétera.
Para terminar, queremos reflexionar sobre la formación de los interventores
sistémicos. Consideramos que en este medio es muy importante desarrollar la
capacidad autorreferencial como herramienta para que él mismo se desarrolle y
trascienda de la moral a una postura ética de las relaciones, sin temor a la crítica y
al juicio de sus actos. Esto podría permitirle mayor capacidad y libertad para crear,
confrontar y transformar los contextos en los que participa.
Desde ahora y con la visión del futuro, los terapeutas tendrán que actuar con ideas
y técnicas a través de sí mismos y las teorías y tratamientos serán guiadas por sus
principios y valores y por la capacidad que tengan para comprender la complejidad
del mundo y de las relaciones. Habrá que mirar mecanismos de feedback que
incluyen el sí mismo y el rol del terapeuta teniendo en cuenta que las ideas y las
técnicas funcionarán mientras la compasión y la inspiración guíen el proceso.
FUENTES DE INFORMACIÓN
• www.otromundoesposible.net/default.php?mod=ma...
• www.pagina12.com.ar/.../index-2003-06-24.html
• tabloide.eurofull.com/shop/noticias.asp?topid=114
• www.schoenstatt.de/news2006/08/6t0861sp-sch-f...
• www.fere.es/.../revistafere/453/453informe.htm
• members.tripod.com/.../index-15.html
• www.tuexperto.com/.../
• http://www.ucsg.edu.ec/catolica/secundarias_ucsg/html/publicaciones/
desafios/htm/maestrias/terapia/info.htm
• http://www.terapiasistemica.com/sanpau.html
• http://www.terapiafamiliar.cl/htm/revista12/antecedentes.htm
• http://www.familiasyparejas.com.ar/
• http://www.escuelasistemica.com.ar/esa/index.php?option=com_conte
nt&task=view&id=68&Itemid=62
Ochoa de A. I, 2004, Enfoques en terapia familiar sistémica, Herder
Andolfi M. 2003, Manual de psicología relacional – La dimensión Familiar,
Corporación Andolfi y González, Academia di Psicoterapia Della Famiglia.
Andolfi M. (comp), 2000, I Pioneri della terapia familiare Angello
Estupiñan J.G y otros 2003 Construcciones en Psicología Compleja – Aportes y
dilemas, Universidad Santo Tomás